Hablar para persuadir es como la actuación de un deportista en un estadio de auditorio completo, atento a sus movimientos, gestos y acción. Se debe ser capaz de hacerlo bien bajo presión y no solo en condiciones favorables.
El mensaje de hablar en público para persuadir va para ejecutivos, directivos, deportistas o personas que practicamos el bello oficio de “Cardiólogos de la Emociones desde Vestir para Persuadir”. O para aquellos estudiantes a los que aún el miedo escénico bloquea sus mentes cuando son llamados a exponer en un auditorio.
Para ilustrar el mensaje de hablar en público para persuadir, recibimos el apoyo de Conor Neill, colaborador científico del IESE. Y lo explica en “Developing the Logos-Based Persuasive Speech” (Desarrollar el discurso persuasivo basado en el logos) cómo planificar y desarrollar un discurso persuasivo que obtenga resultados”.
Sepa lo que quiere
Al preparar una presentación, lo primero que debe tener claro es adónde quiere llevar al público y qué reacción espera de él.
Antes incluso de pensar en el contenido, es imprescindible saber qué quiere lograr con su presentación.
Una buena forma de empezar con la fase preparatoria consiste en escribir: “Cuando haya acabado de hablar, mis oyentes…” y concluir la frase con una acción concreta. La falta de precisión es el gran enemigo de un buen discurso, por lo que debe evitar vaguedades, como “el público entenderá mejor mi proyecto”. La acción deseada debe ser tangible y contundente.
Una vez sentada esta base, ya puede decidir el contenido, que debe centrarse en lo que el público necesita saber, sentir y creer acerca de usted para hacer lo que les pide.
Cómo persuadir la audiencia y ganarla
Recuerde que el objetivo no es someter al público, sino persuadirlo para que haga algo. Siempre debe presuponer que sus oyentes no tienen por qué estar familiarizadas con el tema de su discurso. Algunas personas se mostrarán escépticas, indecisas o no verán claras sus intenciones, por lo que es importante ser respetuoso con ellas.
Se trata de convencer al público de que su postura es la más acertada. Para ello, debe demostrar que comprende tanto los posibles argumentos a favor como en contra. Explique, si fuera necesario, los riesgos y dificultades de su postura y cómo se pueden mitigar o superar.
Su razonamiento debe estar avalado con apelaciones lógicas, éticas y emocionales, así como evidencias tangibles, ya sean testimonios de expertos, datos estadísticos, ejemplos reales o experiencias personales.
Más ventajas y menos obstáculos
Plantear qué ventajas estratégicas, personales o profesionales obtendrán sus oyentes si siguen sus directrices y qué obstáculos podrían impedírselo.
Una lluvia de ideas para responder detenidamente a estas dos cuestiones le ayudará a vislumbrar mejor cómo puede ganarse a la audiencia.
Una vez hecho esto, elija los tres temas más importantes para su público, ya sean ventajas u obstáculos. Después busque los datos y testimonios de expertos que apoyen su planteamiento en cada uno de ellos.
Practique el juego de articular la persuasión
Una retórica efectiva se basa en una estructura convincente y bien definida. Sus elementos clave son:
Reclamo. Capte la atención de los oyentes con una anécdota, una pregunta, un dato llamativo o una cita estimulante. No arranque con una broma o una fórmula aburrida como: “Hola, me llamo…”.
Mensaje. A continuación, indique a la audiencia el tema de su presentación con una única frase corta. Resista la tentación de dar demasiada información. “He venido a pedirles su voto” y el famoso “Yes, we can” son dos buenos ejemplos de mensajes ganadores.
Señalización. Refuerce los mensajes clave de su discurso con una fórmula sencilla como: “las razones por las que ha de votarme son tres: conocimiento, capacidad y pasión”.
Ventajas. Céntrese en las ventajas para sus oyentes por encima de la información más genérica. Ningún discurso, por largo que sea, debería tener más de tres puntos clave. Dedique al menos un 75% de la presentación y respalde con una selección bien pensada de datos, demostraciones, ejemplos o experiencias personales.
Conclusión. Resuma los puntos clave en una frase y llame a la acción. Se trata de un punto crucial del discurso en el que puede elegir ser directo, como en “visite nuestra web”, o indirecto, recordando a los oyentes, por ejemplo, los apuros que pasarán si no actúan.
Los discursos más efectivos concluyen retomando el principio de algún modo. Lo ideal sería encontrar un reclamo inicial que lo permita y, a su vez, le evite tener que anunciar a su audiencia que ya ha terminado.
El arte de persuadir como un profesional
Usain Bolt es el hombre más rápido del mundo. Pero lo relevante es que lo sigue siendo cuando 80.000 personas están atentas a sus movimientos en un estadio y sabe que otros mil millones le están contemplando a través de la televisión. Hablar en público es como una actuación e, igual que Bolt, debe ser capaz de hacerlo bien bajo presión y no solo en condiciones favorables.
Para que le resulte más fácil, lo mejor es estructurar bien el discurso y practicar mucho. Las siguientes claves le pueden ayudar conseguir un buen resultado:
En lugar de memorizar todo el discurso, recréelo a partir de cinco elementos: las primeras diez palabras, el mensaje, las tres ventajas, la conclusión y las últimas diez palabras.
Use una cámara para practicar sus gestos y locución.
Gesticule solo para hacer hincapié en algo.
Mire a los ojos de sus oyentes.
Transmita sus sentimientos mediante expresiones faciales.
Vocalice y varíe el ritmo de su presentación.
No hable demasiado rápido: no es una carrera.
Vista apropiadamente para la ocasión.
Por último, si ve que se le acaba el tiempo, adelante delicadamente la conclusión que tenía preparada y cierre, pero no olvide lo más importante de todo: su llamada a la acción.
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