En ocasiones también se requiere del pensamiento negativo para resolver problemas. Cómo vigilar la posible aparición del fallo para rentar la persuasión.
“Es la ruptura de paradigmas que por tránsito cultural hemos transmitido de generación en generación bajo el pretexto que si nuestra mente almacena sólo lo positivo, bastaría para eliminar la energía negativa que nos podría conducir a un traspié. Deberíamos acostumbrarnos a las circunstancias negativas para orientar la mente hacia salidas de soluciones o de felicidad. Un exceso de optimismo no es la panacea. En ocasiones se requiere también del pensamiento negativo para resolver nuestros problemas”.
Lo interpreta del cirujano de la Facultad de Medicina de Harvard, Atul Gawande, y su cuestionamiento sobre los efectos de El Pensamiento Positivo para dar paso a su enfoque: El Poder del Pensamiento Negativo. Que no es nada distinto a buscar y vigilar la posible aparición del fallo.
Si trasladamos el enfoque de Gawande a la industria del deporte, nos encontramos con el caso que enseña José Mourinho, y su segundo paso como gerente de campo de la empresa de la Liga Inglesa de fútbol, Chelsea.
Era la respuesta del hombre nacido en Setúbal, Portugal, hace 52 años, tras los indicadores de rendimiento catastróficos con la marca deportiva durante el 2015: cuatro victorias, tres empates y nueve derrotas en 16 jornadas de Liga Premier, a un solo punto del descenso- y eliminación de la Capital One Cup.
El pensamiento estratégico de Mourinho, que todavía no conocía un despido por resultados durante su ejercicio de estratega de campo, no se centra en el Pensamiento Negativo del futuro.
Cuando las nubes negras planeaban sobre su gestión, incluso, hasta su despido, el portugués prefería encontrar el error antes que abandonar la empresa. Muy acorde con lo que enseña el padre de El Poder del Pensamiento Negativo, Atul Gawande:
En su libro “Las trampas de la mente”, Joseph Hallinan, cita el caso del Centro Médico del Ejército Walter Reed, durante la primera guerra del golfo Pérsico. El índice de mortalidad era del 25 %. En lugar de contentarse con tratar las heridas, los médicos se hacían una pregunta más incómoda: ¿por qué se producían tantas lesiones? Resulta que los soldados jóvenes no se ponían sus gafas protectoras, porque eran demasiado feas.
Los soldados confiaban demasiado en que no sufrirían daño en los ojos.
Este optimismo cegador permitió valorar cuestiones secundarias o directamente banales en el contexto de un conflicto bélico: la estética.
De hecho, la estética fue tan preponderante para aquellos soldados, obviando que su preocupación les haría sufrir más heridas, que la forma de atajar el problema fue directamente combatir esa preocupación estética: los militares encargaron unas gafas de balística más bonitas y el índice de heridas en los ojos disminuyó inmediatamente.
En un momento en que no importaba tanto la sensación de peligro como si las gafas quedaban bien, la solución rápida para evitar aquel optimismo cegador ni siquiera consistió en enfrentarlo directamente: lo que también puso en evidencia su gran poder e influencia en la psicología de los soldados.
El 17 de diciembre de 2015, el entrenador José Mourinho fue despedido de la empresa Chelsea.
En medio de la mayor derrota profesional de su vida deportiva y con un rostro casi incólume, atinó a decir: “seguiré con mis principios y mi pensamiento estratégico”. Quiso decir que su próxima gerencia de campo irá acompañada de la gestión de ‘El Poder del Pensamiento Negativo’ para no colapsar en el optimismo cegador que lo hizo caer en “las trampas de la mente”.
Comments are closed.