Su nombre es tan temido como reverenciado por las 209 naciones socias, todas fieles a su disciplina de gobierno.

Un poder que nace de ‘una estratégica gestión de la conexión emocional con la cual logra incorporar su principal línea de producto en la canasta familiar de millones de consumidores en cada rincón del planeta: el fútbol.

Con su abreviatura, penetración y supremacía, es la marca del entretenimiento con mayor reconocimiento global.

Tiene más facultad y jurisdicción que la Organización de las Naciones – ONU – y su sede central en Zúrich, Suiza, también por encima en arquitectura y modernismo.

Sus finanzas superan a las de los arquetipos corporativos convencionales Adidas, Nike o Coca Cola. Con una ventaja competitiva sobre estas: su cartera de negocios casi siempre se encuentra al margen de las turbulencias económicas.

Su presidente está revestido de poder omnímodo y la elección cada cuatro años, tiene más impacto mediático que el de la primera potencia económica mundial, EE.UU.

No paga impuestos por los ingresos comerciales de su línea de producto estrella, la Copa del Mundo, gracias a su estatus de asociación sin fines de lucro. Les socializo sobre la Federación Internacional de Fútbol Asociado. O simplemente: FIFA.

Es la misma que cuarenta años atrás ocupaba a menos de 10 empleados de tiempo completo y hoy transformada en un holding con ingresos superiores a los 4.000 millones de dólares y ganancias por encima de los 600 millones, sin contar los 800 millones que distribuye entre los gobiernos (llámese: dirigentes de 209 filiales) con el nombre de “desarrollo del fútbol”. Y los cuales entrega sin el mínimo control de custodia tras el objetivo de mantener aceitadas (llámese: estimuladas) sus longevas burocracias para respuestas de lealtad y gratitud, como la del  fallecido Julio Grondona, el primer vicepresidente de la FIFA y presidente de la Asociación del Fútbol Argentino – AFA – desde 1979. Un acicate para reaccionar al unísono ante cualquier eventualidad que choque contra la solidaridad de cuerpo. El suizo Sepp Blatter lleva 16 años como Ceo global. Havelange, su antecesor, lo fue durante 24 años

FIFA es la misma que el columnista de BBC Mundo Raúl Fain Binda comparó, al hablar sobre su integridad moral y composición, como una matrioska: esas muñecas rusas que en su interior contienen a otra, y ésta a otra más.

MÁCULA INCÓMODA

Todavía está en el imaginario público las fotos de un sobre café con 40.000 dólares difundidas por un funcionario de fútbol caribeño -Fred Lunn (vicepresidente de Bahamas FA)-. “¡Es un regalo!” les dijo Mohamed Bin Hamman, ex jefe de la asociación en Qatar a miembros de Unión Caribeña de Fútbol. El dinero venía en billetes de 100 dólares nuevos. Y el objetivo: reemplazar a Blatter en la elección presidencial de la FIFA 2010 – 2014.

El suceso produjo la proscripción de por vida de Bin Hamman en la FIFA. Pero un año después, todo el escándalo quedó en cero. El Tribunal de Arbitraje Deportivo del holding (FIFA) eliminó la sanción por falta de evidencias.

Luego y en un contexto de escándalo sonoro por coimas, y que salpicó a tres dirigentes del fútbol sudamericano: Grondona (fallecido), AFA; Nicolás Leoz, Conmebol, y Ricardo Teixeira, por más de 20 años el todo poderoso de Confederación Brasileña. Qatar fue elegida sede de la empresa Copa Mundo 2022.

Acto seguido, un documento de la Fiscalía de Suiza, publicado en julio de 2012, reveló que el ex presidente de la FIFA Joao Havelange recibió al menos 1.5 millones de dólares en sobornos, mientras el ex presidente de la Asociación de Fútbol de Brasil, Ricardo Teixeira obtuvo cerca de 13 millones.

Entre 1992 y 1997, Teixeira recibió al menos 12,74 millones de francos suizos (unos US$13 millones, en valor actual), mientras Havelange 1,5 millones de francos suizos (US$1,5 millones) de la empresa de mercadeo deportivo International Sports and Leisure (ISL), socia de la FIFA hasta su quiebra en 2001.

AUTOCRACIA O BUEN NEGOCIO

Para el profesor de economía de la Cass Business School de Londres Stefan Szymanski y autor junto al periodista Simon Kuper del libro El Fútbol Es Así, las federaciones deportivas también comparten varias similitudes con los gobiernos. “Un gobierno es una autoridad que reclama una jurisdicción sobre un territorio y la FIFA reclama jurisdicción sobre una actividad. Un gobierno tiene el derecho a aprobar leyes, a hacerlas cumplir y a castigar a quienes no las cumplan, y ese es también es el caso de la FIFA con relación al fútbol. “Los gobiernos cobran impuestos y redistribuyen lo que ingresan. Y la FIFA también, aunque lo hace de una forma bastante extraña: su principal fuente de ingresos es la Copa del Mundo y los equipos tienen que liberar a sus jugadores para que disputen los mundiales. Es una especie de impuesto indirecto sobre los equipos profesionales”.

A diferencia de otras organizaciones multilaterales, la FIFA también cuenta con un elevado nivel de autonomía frente a gobiernos nacionales. Uno de los principios es que los gobiernos no deben interferir con la gestión del fútbol. De hecho, las 209 federaciones nacionales que integran el organismo están obligadas por el estatuto 13.1., a “asegurarse de que no se produzca ninguna injerencia por parte de terceros en sus asuntos internos”. Y la interferencia política puede traducirse en la suspensión del país culpable o incluso su exclusión del seno de la familia. En la práctica, esto puede limitar la capacidad de las autoridades locales para controlar los potenciales abusos o excesos de las federaciones nacionales.

MI CONCLUSIÓN
Desde lo mercantil, FIFA es igual a empresa que gestiona su producto (fútbol) como uno más en el mercado. Lo , adapta al nuevo planisferio de consumo desde la visibilidad de la comunicación comercial y en comunión con el interés y los objetivos de marketing de las marcas que ven en el fútbol un vehículo de persuasión.
Desde la democracia y la transparencia, una agrupación integrada, en su mayoría, por cualquiera clase de personas que ven en el deporte la oportunidad de rentar patrimonio personal y una vida de comodidades, gracias a las debilidades estructurales de los modelos organizacionales de las naciones miembro y la sensibilidad de un consumidor (seguidores/fans/hinchas) ávido de referentes (ídolos) para manifestar su apego emocional.
Author

Soy un mercadólogo, periodista y productor U-Learning. En este blog presento ideas y consejos para la gestión de los desafíos de la industria del deporte 4.0. ...Más...

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